21 feb 2009

Tomando nota

No todo se reduce a la tecnica;

Volvamos a la realidad. El bonsái es un arte extraño con el que se pueden crear sensaciones de realidad y naturaleza por medio de la manipulación, durante un largo período de tiempo, de árboles, piedras, rocas y macetas. Cada bonsái es un original del que no existe copia, su creación jamás podrá darse por acabada y siempre se deberá seguir adelante. El arte del bonsái no puede enseñarse del todo a través de técnicas exactas, como sucede, por ejemplo, con el ikebana, que es el arte de la composición floral. Esto se debe, ante todo, a la necesidad de proteger la vida de la planta.
Limitar el bonsái a una determinada técnica o estilo, significa ignorar la fisiología de las plantas. Si se intenta forzarlas bajo un esquema determinado, sin considerar su propia naturaleza, pueden llegar a morir. Esto se debe a que la fisiología de las plantas es limitada y deben conocerse estos límites y tenerlos presentes cuando se trata de crear un bonsái. Aparte de algunos árboles salvajes, pienso que los bonsáis son los seres vivientes más viejos, lo que significa que hay que ayudarlos a vivir cuidándolos con amor y compartiendo con ellos las alegrías y las penas. Se dice que la vida de un cerezo salvaje, en la naturaleza, es de unos 120 años, pero no es extraño ver ejemplares de bonsái de esta especie aún más viejos. Es un sentimiento religioso que se demuestra cuidando y amando a un bonsái que es mucho más viejo que nosotros mismos.
Quienes, hoy en día, están interesados por el arte del bonsái, han estudiado de un modo u otro bajo la guía de algún buen maestro y han aprendido las técnicas para crear un Chokkan (forma vertical), un Moyogi (forma pseudovertical), un Shakan (forma inclinada) y un Kengai (forma en cascada); pero, al llegar al nivel del Nejikan (tronco retorcido) o al sistema para forzar el aparato radical o las ramificaciones, se dan cuenta de que no todo sucede como habían pensado. A pesar de llevar trabajando con bonsáis casi 60 años, debo superar problemas casi cotidianos relacionados con los abonos, el tipo de tierra, el riego, las piedras o las rocas o para sujetar las ramificaciones. Jamás ha existido un método rápido para tomar importantes decisiones, y a menudo se requieren muchos años para llegar a una solución satisfactoria.

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